Una noche friolenta. Día previo a un examen parcial. Con el cuerpo adolorido.
Una sala de espera, dos bancas de madera y unas cuantas frazadas tiradas en el piso (detalle: debajo de las frazadas hay un cartón grueso). Una de las bancas ya estaba convertida en sofá cama. Cada persona está atenta a ver si se abre la puerta y sale una enfermera mencionando el apellido de su familiar.
Yo decidí tirar mi frazada en el piso (detalle: yo no tenía cartón, ni siquiera delgado). Estudié un rato hasta que me apagaron la luz (¿era autómatico?, supuse que sí). "Parece que es hora de dormir", me dije a mí misma. "Pero hace frío. Ya pasará" Ahora sé lo que es dormir en el frío suelo de la sala de espera de la unidad de cuidados intensivos de un hospital. Esperando a que una enfermera salga y diga el apellido de una persona que habré visto cinco o, quizás, seis veces en mi vida, pero que su apellido es el mío. También aprendí que en mi cama puedo dormir a cualquier hora, sin importar que tenga algo más trascendental que hacer. En el piso, el sueño vence al frío, después de luchar por horas. Pero el frío persiste y le da un derechaso al sueño y me despierto, son las 4 de la mañana. Cambiarse de posición y el sueño le da un knockout al frío. Llegó el día del examen. Tengo sueño.
Hoy día vi a un señor sentado en una vereda, tapado con cartones. Me dio pena pero hice bromas respecto a los cartones. Si no hubiera estado acompañado me hubiera ido pensado en una tira de Liniers.
ResponderEliminar¿Cómo será dormir en el piso, solo, en medio del viento? No debí reir...u_u
me gusta cómo cuentas esa trasnochada en el hospital, así con esa postura media distanciada, es bien obejtiva. Chévere.
ResponderEliminarYo no podría estudiar en esas circunstancias, el hecho de estar en el hospital me perdería la concentración, además que las frazadas acartonadas no suenan muy cómodas. Suerte en tu examen, aunque ya lo hayas dado ^^