jueves, 30 de julio de 2009

buscando...



Normalmente no compro películas, porque no puedo comprar originales (no hay dinero, para darse esos lujos, con los libros es diferente) y porque tampoco sé dónde venden. Y me da carga de conciencia comprar pirata. Pero existen excepciones. Sólo por una buena causa: escribir un cuento. Y hoy salí en busca de una película.


El Virrey, centro comercial de Trujillo. Después de recorrer sus tiendas me di cuenta que no iba a encontrar esa película, al menos no ahí. Seguro que no busqué en todas las tiendas, tampoco sé dónde venden películas piratas.


Zona Franca, Plazuela Gonzáles Prada, y alrededores. En cada tienda que entraba:


- Buen día. ¿Tiene la película "mente suicida"?


- No, no la tengo.


Al menos deberían ilusionarme buscando, haciendo el esfuerzo por encontrarla. No, de frente me decían, ¡no!


Estamos en Trujillo, el Perú. Donde a cada rato hacen operativos para encontrar piratería y de hecho que encuentran. Por más intento que hagan los vendedores de guardar la "merca". Siempre decomisan piratería y luego hacen un espectáculo quemándola, o a veces, se la llevan los policías para verlas en sus casas, o a lo mejor, lo hacen los ficales.


Y yo no puedo encontrar una película tan simple (y poco conocida, al parecer).
¡Increíble!

sábado, 25 de julio de 2009

un día espectacular...

Fue un día de trabajo extenuante. Recorriendo calles. Conversando con personas que te hacen caso. Tratando de conversar con personas que no te hacen caso.
- Muy bien Lady, ¿vamos a almorzar?, en mi casa harán coliflor - le dije apenada.
- Ya pues. Vamos - me decía muy animada -. En mi casa no cocinarán.
- ¿Vamos Oliver? - le dije a mi amigo.
- Ya - dijo él.
Nos fuimos al restaurante donde Oliver come siempre. Lo que quedaba de menú ya no estaba muy rico que digamos. ¡Taxi: Al Charole's! El taxista no conocía dónde quedaba el restaurante. No importa, nosotros le indicamos.
Pedimos los platos que aquí sí estaban ricos. Conversamos. Bromeamos. Lady hizo preguntas capciosas.
Hora de pagar la cuenta. Tan bien que íbamos.
- Aquí está mi parte y la de Lady - le dije a Oliver.
Oliver nos miró asustado. Se quedó mudo. Se puso colorado.
- No me asustes Oliver - dijo Lady.
- No, no es nada - dijo Oliver -. Es que no he traído efectivo, me lo olvidé. Pero, pagaré con mi tarjeta.
¡Mozo!, cóbrese, por favor.
Bueno, esto no pasó de un susto. Pero el mozo se está demorando en cobrarse.
- Disculpen, pero tenemos un problema con la máquina, no quiere aceptar esta tarjeta, ¿tiene otra?- dijo el mozo.
- Sí, claro. Pruebe con esta - dijo Oliver.
Nos pusimos de pie para recoger la tarjeta, salir del restaurante y caminar tranquilamente.
- No, parece que la máquina no quiere aceptar ninguna tarjeta. Tendrá que pagar en efectivo - dijo, muy amablemente el mozo.
- El problema es que - Oliver ya estaba con cara de tomate - no hemos traído efectivo- dijo él, muy nervioso.
(- Si ya tienes tu tarjeta ¡corramos Oliver! No creo que nos sigan. Y si nos siguen, no nos alcanzarán. ¡Lady corre! No, no fui capaz de decir eso.)
No, no nos quedamos a lavar platos. El mozo nos conocía y nos dejó ir. "Después me traen", dijo de una manera tan dulce que nos traquilizó.
Oliver pasó el roche de su vida y Lady estaba algo avergonzada. Mientras yo me reía, me carcajeaba y celebraba lo que nos había pasado.

miércoles, 22 de julio de 2009

u_u

Caminando por la calle, indiferente, mirando a la nada, al vacío, simplemente mirando. Distraída como siempre. Es de noche, las calles sólo se alumbran por las luminarias deficientes de nuestro centro histórico. Estoy en la calle Bolívar, la calle de las ópticas, como le llamo yo, o tal vez otras personas también le llamen así, y la que me copié fui yo.

Un taxi se detiene, baja una señorita y una señora (quizás de la tercera edad, y si estaba en la segunda le faltaba muy poco para llegar a la tercera). Yo voy caminando por la misma vereda donde para el taxi (que no debería parar ahí, pero estamos en Perú), la señorita se baja y apresura su paso para entrar a la óptica, me gana el paso. La señora baja del taxi y trata de apresurar el paso, pero la edad no le ayuda mucho. De manera que yo, caminando distraída, casi me choco con ella. Me detuve, traté de ser cortés. Me detuve y a la vez me quedé muda. Quería decirle pase usted señora, pase que la buena educación dice que las personas mayores (como Ud.) deben pasar primero y tienen preferencia, y hasta la ley dice eso (que en realidad la ley no dice, prescribe, pero la fuerza de la costumbre...). Y la señora se detuvo, no sabiendo si pasar o esperar que yo pase. "Pase niñita, pase", me dijo con tanta dulzura que parecía que me rogaba. Le obedecí, dejando de lado la buena educación y la ley; que la ley no interesa cuando la dulzura impera. Sobre todo si esa dulzura viene de una señora como ella, sí, como ella, que no sé ni quién es, pero que en ese rato me hizo recordar que la dulzura existe y que de rato en rato las abuelitas dejan de ser renegonas para sacar a luz su ternura.

jueves, 16 de julio de 2009

...


Una noche friolenta. Día previo a un examen parcial. Con el cuerpo adolorido.

Una sala de espera, dos bancas de madera y unas cuantas frazadas tiradas en el piso (detalle: debajo de las frazadas hay un cartón grueso). Una de las bancas ya estaba convertida en sofá cama. Cada persona está atenta a ver si se abre la puerta y sale una enfermera mencionando el apellido de su familiar.

Yo decidí tirar mi frazada en el piso (detalle: yo no tenía cartón, ni siquiera delgado). Estudié un rato hasta que me apagaron la luz (¿era autómatico?, supuse que sí). "Parece que es hora de dormir", me dije a mí misma. "Pero hace frío. Ya pasará" Ahora sé lo que es dormir en el frío suelo de la sala de espera de la unidad de cuidados intensivos de un hospital. Esperando a que una enfermera salga y diga el apellido de una persona que habré visto cinco o, quizás, seis veces en mi vida, pero que su apellido es el mío. También aprendí que en mi cama puedo dormir a cualquier hora, sin importar que tenga algo más trascendental que hacer. En el piso, el sueño vence al frío, después de luchar por horas. Pero el frío persiste y le da un derechaso al sueño y me despierto, son las 4 de la mañana. Cambiarse de posición y el sueño le da un knockout al frío. Llegó el día del examen. Tengo sueño.

lunes, 13 de julio de 2009

¿Seguirle?

¿Alguien recuerda al joven rico que se le acercó a Jesús? Me pregunto, ¿alguien sabe qué pasó después que se fue? Yo no tengo la menor idea, pero dice la Biblia que se fue triste; yo me imagino que también se fue solo y desamparado. Él escuchó a Jesús, pero decidió no seguirle. Cuántas veces, algunos de nosotros hemos escuchado de Jesús, incluso le hemos escuchado a ÉL mismo (por medio de otras personas o por la Biblia, que es Palabra de Dios), pero nunca nos hemos decidido a seguirle. Es fácil escucharle y suena bonito. Pero después ¡¿qué?! ¿Qué pasa después?, no pasa nada. Vas un domingo a una iglesia porque algún amigo te invitó, escuchas que todo es muy bonito, suena bien. Sales de ahí, y te das cuenta que tu vida no ha cambiado en nada, que no ha pasado nada. Pero no te das cuenta que has decidido NO seguir a Jesús, y que estás regresando: solo, triste y desamparado. Al joven rico le estorbaron sus propiedades, sus riquezas. A ti, ¿qué te estorba?

¡Anímate a seguirle! ¡Estás a tiempo! ¡Quita todo estorbo!

sábado, 11 de julio de 2009

Aquí estoy yo...

Si una persona puede estar siempre dispuesta para esa personita especial, para cuidarla y llenar su falta de amor, ¡cuánto más mi Señor Jesucristo!, ÉL está ahí siempre esperando por ti, ÉL te dice:

Te busco y no te dejas encontrar. Te llamo y no me contestas. Grito tu nombre, no sé si me escuchas o, indiferente, sólo me oyes. Te ofrezco el cielo, y ni siquiera lo miras. Te ofrezco salvación, no te interesa. Te ofrezco bendiciones, dices que no las necesitas. ¿Cuándo me mirarás? Yo te contemplo a diario. ¿Cuándo te acordarás de mí? Cada día me acuerdo de ti. "Aquí estoy yo", te dice Cristo y espera la misma respuesta de ti. ¿Qué responderás?

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Sí, es una linda canción. Además, cada vez que escucho esta canción recuerdo a alguien...no, no se emocionen, es un amigo.

martes, 7 de julio de 2009

Cine...

Caminando en medio de la calle.
- ¿Vamos al cine? – le dije a mi buena amiga.
- No tengo ganas – me dijo con sinceridad.
- No pues, entonces, no. Otro día será.
Iremos a comprar tu chip, luego mis lapiceros y ya por ahí te vas en el colectivo pues.
- Está bien – respondió ella, indiferente.
“No, no puedes comprar el chip tú, tiene que venir el titular” ¡Muy bien! “Gracias”, fue lo último que le dije a la gentil señorita que nos atendió.
- Mejor sí vamos al cine – dijo ella de repente.
- Chévere. Si no hay nada bueno en la cartelera nos regresamos pues – le dije algo emocionada.
- “Presagio”, “transformers 2”, “la era del hielo 3”, “Up, una aventura en las alturas”. ¿Qué dices?
- Up, una aventura en las alturas. No veo otra opción. – le dije, con inseguridad.
“Ella pensaba que sabía de qué se trataba la película. Yo me preguntaba si era de terror o comedia”.
La pregunta que rondaba nuestras mentes era: ¿estamos en la sala correcta?
Antes que empiecen las películas siempre hay trailers. En la sala 3 sólo veíamos trailers de Walt Disney.
- Revisa la entrada, por favor – yo no podía parar de reír.
- Sí – ella sólo se carcajeaba – dice sala 3.
- El título sonaba a comedia – le dije.
- “Shhh” – dijo alguien por atrás, era una voz de niño.

Fue una tierna película animada, dirigida a público infantil, creo. No me arrepiento de haberla visto.
- No le diré a nadie qué película vimos amiga – me dijo mientras salíamos; sólo nos reíamos.
- ¡Yo no se lo contaré a nadie!

miércoles, 1 de julio de 2009

Tú en mi clase, tú en mi mente, tú...


Veo la profesora que habla. Yo sólo escucho tu voz diciéndome “chau, cuídate”. Me pregunto si aún estás. Miro a mi lado, sólo veo a mi compañera de estudios.
Más cerca a mí veo una sombra. Mi corazón, emocionado, le ordenó a mis ojos que voltearan. Rápidamente mi cabeza giró: “¿Qué artículo dijo?”, era un amigo que estaba poco más atento que yo. Mis hombros se encogieron para responderle.

Mi mente vagaba recordando cada frase tuya, cada gesto, soñando con tu sonrisa, tu soberbia…
¿Cómo se llama la teoría que acoge el Art. 10 del Título Preliminar de a Ley 26702 de bancas y seguros? ¡¿Ester?!
¡Casi grito tu nombre cuando escuché el mío!