martes, 10 de mayo de 2011

Cogito ergo sum: Pienso, luego existo

No pude evitar pensar en lo falso que resulta esta frase en nuestro Perú actual, porque al parecer, el peruano promedio actual ha cambiado a: Existo, y si tengo tiempo, a veces, pienso.
No pude evitar pensar en esta frase, que quizá con un poco de sorna, tal vez con un poco de burla intenta fotografiar nuestra situación actual, porque creo firmemente que debemos empezar a pensar para darnos cuenta que en verdad existimos, que en verdad podemos expresarnos y que el mundo se dé cuenta que existimos peruanos que tenemos la capacidad de pensar, razonar y opinar.
Peruanos que tenemos la capacidad de recordar, sí, que podemos recordar qué sucedió un cinco de abril del año 1992, recordar qué pasó en La Cantuta, hacer memoria para decir quién fue el que quiso re-re elegirse fraudulentamente, recordar quién renunció por fax a la Presidencia de nuestro amado país, recordar quién compró a los canales de televisión, a la prensa chicha (o amarilla), y por último, recordar quién acompañó al hombre que hizo todo esto, como su primera dama, mientras su madre era torturada en el sótano...creo que no es muy difícil saber de quién estoy hablando...la señora Keiko Fujimori que hace poco se le vio en TV en la propaganda por el día de la madre es la mujer que no respetó ni cuidó de su propia madre, es la mujer que acompañó a su padre como la primera dama, es la mujer que supo todo lo que su padre hacía, desde comprar a un canal hasta mandar matar a los "estudiantes terroristas", la misma mujer que disfrutó de una buenísima educación en el extranjero y que le costó a nuestro Estado (hasta ahora no han podido probar de dónde salió todo el dinero que gastó). Y lo más increíble es que, según algunas encuestadoras, esta mujer está en primer lugar de las preferencias de los electores.
Por favor, pensemos, opinemos, y sobretodo recordemos, luego existamos. Y que todos puedan notar que, verdaderamente, existimos.

viernes, 6 de mayo de 2011

Olor....

Iba en la combi sentada junto a una joven, calculé que debía tener unos trece años de edad. Cinco minutos después de haber subido me percaté de un olor que era propio de la chica, pero me era conocido y mi olfato no lograba identificar qué era. Me quedé sentada a su lado un promedio de dos minutos más, hasta que no pude más y me pasé al asiento del costado. Mientras tanto, mi olfato trataba de comunicarse con mi mente, tratando de esquivar los ruidos de la radio, y los pensamientos del recuerdo, y la tristeza que distraía en demasía a mi mente. Finalmente, mi olfato se comunicó con mi cerebro, y éste con mi memoria olfativa. Caí en la cuenta que ese olor era muy conocido para mí, muy familiar, pero hace algún tiempo que había quedado en el recuerdo. Bajé de la combi y ese olor aún estaba presente en mi mente. Seguí caminando. Mientras llovía me imaginaba a la chica mojándose, tratando de perder ese olor sin perderlo. No entenderá porqué no lo pierde, tal como yo no entendía hasta que te conocí, entonces lo perdí, cuando decidí mirar la mano que me ofrecías a cada momento y que yo siempre ignoré. Porque antes de saber quién eras, yo olía igual, antes de que decidiera quedarme a tu lado, ése era mi olor característico, me podía bañar mil veces, mojarme bajo la lluvia toda la noche, pero no perdía ese olor. Olía…apestaba a…a soledad.
Trujillo, 15 de abril de 2011.
10:22pm