sábado, 28 de febrero de 2009

Una ensalada!


Era una chica solitaria, la vi entrar al restaurante, y acercarse a donde yo estaba: la caja; pidió una porción de ensalada, y le entregué su ticket, estando tan cerca de ella, pude ver sus facciones, nariz respingada, escondía unas ojeras detrás de esos lentes de montura negra y algo despintada, de contextura delgada, y en su polo blanco logré ver que decía: U.N.T
Mientras buscaba una mesa (una que sea pequeña y esté vacía y sola, ésa era perfecta), le entregó el ticket a la señora, la única mesera que vio, amablemente se lo recibió, regalándole una sonrisa, pensando que la chica era una vegetariana o una de esas fanáticas que se cuida mucho de no engordar y que por eso se comía sólo una ensalada.
La señora regresó pronto con un plato casi enorme de ensalada. ¿Lo terminaré?, pensó de pronto la chica, claro que lo terminaré, pagué por ella, se dijo a sí misma y sonrió, como si se lo hubiera dicho a alguien y sintiera el compromiso de sonreírle. Le encantaba la ensalada de ese lugar, y no le apeteció comer pollo.
Efectivamente, se la acabó, salvo por las cebollas, unos tomates y la vainita que las dejó a un costado del plato. Pensó en que en su casa encontraría vainita frita, y detestaba esa idea, así que cenó una ensalada.
La vi salir. Sin poder detenerla, aunque hubiera querido hacerlo.

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