jueves, 5 de febrero de 2009

de la oscuridad...al fin la luz

Habitaba en la oscuridad, en un lugar sin luz, donde a cada momento tropezaba, caía! y las tinieblas no me ayudaban a levantarme, tardaba mucho en el suelo antes de ponerme en pie, y cuando lo hacía, adolorida, maltrecha por el golpe de la caída, intentaba volver a caminar, apenas daba dos pasos más y volvía a tropezar y caía de nuevo, y mi corazón quedaba quejoso y herido por tanto golpe producto de tantas veces caer.
Hasta que un día caí y decidí que ya no me levantaría más, ¿para qué hacerlo? Volvería a tropezar y caer, y me quedé en el suelo, pero parecía que cada día caía más abajo, ahí pude darme cuenta: estaba en arenas movedizas, yo me iba hundiendo, pero no veía nada, todo siempre oscuro, sin embargo, yo sentía que me iba hundiendo, cada vez más y más abajo, pero las tinieblas no me dejaban ver si quiera algo.
Y un día, mientras yo iba cayendo…vi una luz pequeña, al principio, creo que no quería lastimar mis ojos que estaban tan acostumbrados a la oscuridad, y yo sólo gritaba: ¡¿Quién es?!, ¡¿quién es?!, pero sólo veía que la luz se iba agrandando, se iba acercando y yo empezaba a ver a mi alrededor y nada de lo que veía era bueno, así que decidí mirar sólo la luz, que cada vez estaba más cerca a mí y muchas preguntas cruzaban por mi mente: ¿de dónde salió?, ¿qué quiere?, ¿por qué viene?, pero sólo me atrevía a gritar: ¡¿Quién es?!, ¡¿quién es?!, fue entonces que escuché: “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12); extendió una mano y me ayudó a salir de las arenas movedizas en las que me hundía, y en ese preciso instante decidí que nunca más me quedaría en oscuras, sino que seguiría esa luz tan maravillosa que me salvó, y es lo que quiero hacer por el resto de mi vida.
Steýfer.
25/01/09.

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