sábado, 26 de marzo de 2011

Te tuve tan cerca, pero estuvimos lejos

Hoy te vi, estabas más delgado que antes, quizá el trabajo, pensé, pero no pude evitar preguntarme si estarías enfermo.
Estabas a punto de cruzar la pista, esperé tranquilamente, me pregunté si de verdad quería verte y si quería que me vieras. Entonces, firmemente me dije: SÍ, claro que quiero verlo, definitivamente SÍ.
Cruzaste la pista y yo te esperaba para darte un abrazo, queria extender mis brazos y apachurrarte, pero llegaste a donde yo estaba y...te di un beso en la mejilla y un simple "hola" salió de mis labios. Mis brazos se desaparecieron.
Hasta ahora me pregunto porqué no pude abrazarte. ¿Temor?, es la respuesta más cercana, pero la más tonta también, pero sí, creo que fue temor, temor a que tú no respondieras ese abrazo, temor a que no te diera tanto, gusto como a mí, vernos después de tanto tiempo.
- Es el destino - dijiste sonriente.
- Sí, quizás - respondí, aunque yo no creo en el destino.
Tú ibas apresurado. Yo "hacía hora", pero tenia un lugar a donde llegar a "hacer hora".
Me hubiese gustado acompañarte, me hubiese encantado ir contigo, tan sólo verte hacer tus trámites. No pude, no tuve el valor.
En dos minutos nos estábamos despidiendo.
- Un gustazo verte - apenas dijiste.
- ¡Fue un gusto!
Otro beso en la mejilla y un "cuídate" salió de mí.

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