Ayer te vi:
De lejos, como siempre, como nunca me gustó estar. Mi cerebro le ordenó a mis ojos que dejaran de mirarte y en un segundo buscaban en qué entretenerse. Temía que tus ojos descubrieran a lo míos mirándote. Por segunda vez, mi cerebro le ordenó a mis ojos que dejaran de mirarte, ya no podía hacer nada. Habías desaparecido. No estabas solo, fue lo único que pude recordar. Mis ojos te buscaban incansablemente. La búsqueda dio frutos, te encontré justo a la salida, y mis ojos te siguieron hasta que te perdiste fuera de la puerta. Mis piernas querían correr hasta la puerta, pero eran obedientes a mi cerebro.
Hoy pensé en ti:
Como siempre lo he hecho, y como nunca he podido evitarlo. Bastó con verte una vez más para convencerme que no llegó el fin, para comprender que anhelo que llegue el fin, pero es difícil lograrlo. Para entender que mi cerebro dice "¡olvida!" mientras el resto de mí pronuncia tu nombre, busca tu silueta y anhela una sonrisa tuya.
Mañana:
Ya veremos qué pasa mañana.
Olvidar toma su tiempo. Ya te tocó vivir eso. Bendiciones.
ResponderEliminarEl dolor sólo hace daño al que lo siente.
ResponderEliminarpaz.