Era un día friolento. Papá está sentado junto a la mesa. Yo salgo casi tranquila (normalmente ando corriendo), voy (lista o no) a dar un examen. Hace tantos años que papá no estaba ahí sentado. Me despedí así, como quien no quiere. "Ya vengo".
- Stephani- escuché decir a mi padre.
- ¿Ah? - mi voz apenas se escuchó.
- ¿A qué hora regresas?
- A las nueve salgo de clase.
Papá no sabe mis horarios. En realidad, no tendría por qué saberlo si nunca se lo he dicho.
- Siempre con cuidado.
Mientras camino para subirme a un micro, "papá no me dijo que llevara chompa". Había tratado de evitarlo para que no me diga que lleve chompa, pues no quería hacerlo.
Después de años, dejo a mi padre sentado junto a la mesa, luego de darle un beso de despedida, y lo más asombroso: ¡no me dijo que me pusiera chompa!
Tal vez en el fondo, extrañé que no me dijera...
No hay comentarios:
Publicar un comentario