martes, 21 de abril de 2009

¿Hurto?

Íbamos buscando una persona para un trabajo de investigación de la universidad. En su dirección decía Moche. Llegamos a la comisaría del distrito, “ahí deben tener un mapa”, dijo Leydi.
- La calle Sánchez Carrión, ¿sabe dónde queda? – pregunté al policía después de percatarnos que no había mapa alguno.
- Espere un momento – nos dijo, y salió de la oficina.
Regresó en un rato:
- Aquí en Moche, no. En Alto Moche, que queda a diez minutos de acá, en el tercer o cuarto paradero.
Nos subimos a la combi, donde le preguntamos al cobrador por la calle:
- En Alto Moche no. En Miramar, que está pasando Alto Moche. Sí voy por ahí. Suban.
Leydi y yo nos miramos las caras y después de encogernos de hombros, nos subimos.
Ya en la combi preguntamos a una señora:
- Yo voy por ahí, queda cerca al mercado - dijo la señora amablemente.
- Entonces, nos bajamos con la señora – le dije a Leydi.
El tiempo transcurría y escuchábamos lo que comentaban las señoras, hablando de la zona a donde íbamos: “antes era peor”, “los choros ya no son tan atrevidos”. Leydi y yo nos mirábamos, ambas muy nerviosas.
- Ésta es la Sánchez Carrión – dijo el cobrador.
Sí había casas, pero era todo puro arenal y la pista parecía algo improvisada.
- No, ésta no es – interrumpió la señora.
- Sí, es ésta – insistía el cobrador. Pregúntale al “pata” que está ahí sentado.
“El cobrador, seguro, conoce más” – pensamos a coro con Leydi. Y nos bajamos.
El “pata” que estaba sentado nos indicó que ésa no era la calle.
- Yo las voy a embarcar en una combi y ustedes se van con toda confianza.
Pero, ¿tienen algo de valor?
- No – dijo Leydi, que en su mochila tenía la filmadora y en su bolsillo abultado, el celular.
- No – repetí yo, que en mi mochila tenía el celular y en mi bolsillo algo abultado, mi mp3 y mis audífonos que sobresalían por la parte superior de mi polo.
- Guarda tu celular, amiga – le dijo a Leydi.
- ¿Qué es eso? ¡Dame eso! – le escuché decir al “pata” – ¿es radio, mp3? – mientras señalaba mis audífonos o mi bolsillo, ya no lo sé.
- “¿Me está asaltando?” – pensé, mientras Leydi me miraba esperando mi respuesta.
Es un mp3 – le dije, después de pensarlo.
- Guárdalo – me dijo.
El “pata” sólo había preguntado ¿qué es eso?, nada más. Tal era mi nerviosismo, que yo había imaginado el ¡Dame eso!
- Uffff – pensé. ¿Esas combis van a Trujillo? – le preguntamos.
- Sí, pero ¿ya no van allá a…?
- No, regresaremos otro día.
Y nos marchamos con la promesa de no volver.

2 comentarios:

  1. Qué inocentes jeje, llevar cámara, yo ni loco, a menos que vaya en mancha. Entiendo tu paranoia al pensar cosas que el "pata" ni siquiera dijo. Buen relato.

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  2. Jajaja...xDDDD...qué buena xD, qué susto que pasaron xD...al menos el choro ese estaba descansando xD.

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