En una habitación de 5 x 5, una lámpara encendida o apagada, ¿qué más da?, un escritorio y un librero donde guardo mi más preciado tesoro…Suena la alarma del despertador, la cual me invita a levantarme, sin embargo lo apago y sigo acostada en mi litera…ya me voy a levantar…cinco minutos más, sólo un ratito…vuelvo a mirar el reloj y…¡vaya!, me quedé dormida…genial! Tenía que estudiar!...en fin, ya no puedo regresar, así que dale pa’ adelante nada más, y además, qué es el tiempo, porque mi amigo no es, siempre juega en mi contra, pero mi enemigo tampoco, pues a veces disfruto de su estadía…difícil de definir…mmm…diré entonces que es “algo” que yo “debo” controlar sin permitir que él me controle a mí. Pero vean cómo me distraje con el tiempo. Como les seguía diciendo, me levanté y con mucha pereza dejé mi litera, y sin alejarme de ella me arrodillo para mantener una conversación con el SER más importante de este universo, del que vivo enamorada, mi Señor Jesucristo, con el que tengo una cita a diario, aunque a veces lo he dejado plantado (me da vergüenza decirlo, pero es la verdad).
Ahora tengo ganas de seguir teniendo ganas, quiero reír, quiero ser mejor, quiero…oops! Tengo que ir a clases, debo irme, pero, como alguien dijo, volveré.
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