Nunca reveló su nombre, de haberlo hecho lo recodaría (o quizá no), hombre misterioso que apareció un día en mi sueño, caballero como ninguno, elegante cual hidalgo, y simpático por naturaleza. Yo no lo conocía hasta que lo encontré en aquel sueño. Fui yo quien entró en su casa y se presentó inesperadamente ante él, sin preaviso. La puerta estaba entreabierta, sólo toqué y entré sin esperar respuesta alguna (¡qué falta de educación!). Ahora me pregunto, si no habré sido yo quien entró en su sueño.
Así conocí al hombre sin nombre. Pasamos todo el rato (mientras duró el sueño) conversando. Se nos ocurrió jugar ajedrez, jugamos sólo los dos. Había amigos o conocidos, no lo sé. En ese rato sólo importábamos él y yo. Una caravana pasaba a nuestro lado, pero nada de eso nos atraía. Él y yo sentados, conversando, conociéndonos, mientras más sabía de él, más me faltaba conocerlo.
Algún día lo conoceré en la realidad, a lo mejor, podría ser hoy o mañana o quizá a la siguiente semana lo olvide.
Conoceré a alguien más en otro sueño y olvidaré a éste, o será él mismo disfrazado de otra persona, ¿entonces lo reconoceré?
Así conocí al hombre sin nombre. Pasamos todo el rato (mientras duró el sueño) conversando. Se nos ocurrió jugar ajedrez, jugamos sólo los dos. Había amigos o conocidos, no lo sé. En ese rato sólo importábamos él y yo. Una caravana pasaba a nuestro lado, pero nada de eso nos atraía. Él y yo sentados, conversando, conociéndonos, mientras más sabía de él, más me faltaba conocerlo.
Algún día lo conoceré en la realidad, a lo mejor, podría ser hoy o mañana o quizá a la siguiente semana lo olvide.
Conoceré a alguien más en otro sueño y olvidaré a éste, o será él mismo disfrazado de otra persona, ¿entonces lo reconoceré?