"La arena nos ataca, parece que nos envolverá en un remolino y ¿a dónde nos llevaría?" Esto iba pensando de regreso a casa, cuando la camioneta venía a 150 km/hora. Mientras mis pensamientos insistían en recordarme el chocolate que hoy comí gratis.
Estábamos trajando en Pacasmayo, es decir, tratando de informar a las personas que estaban cerca al mercado, al parecer algo desocupadas y dispuestas a escucharte todo un rollo con respecto a Osiptel.
Mi compañero estaba informando a una persona, yo esperaba a mi próxima víctima, digo, al siguiente usuario desinformado para hablarle. De repente, se me acerca un hombre de aspecto canoso, llevaba un polo blanco y pantalón de vestir (drill quizás), su aspecto no era de desconfiar, pero me dejó estupefacta. Cuando se me acercó pensé "bacán, quiere que le explique". Pero, de pronto, su sinceridad me sorprendió:
Estábamos trajando en Pacasmayo, es decir, tratando de informar a las personas que estaban cerca al mercado, al parecer algo desocupadas y dispuestas a escucharte todo un rollo con respecto a Osiptel.
Mi compañero estaba informando a una persona, yo esperaba a mi próxima víctima, digo, al siguiente usuario desinformado para hablarle. De repente, se me acerca un hombre de aspecto canoso, llevaba un polo blanco y pantalón de vestir (drill quizás), su aspecto no era de desconfiar, pero me dejó estupefacta. Cuando se me acercó pensé "bacán, quiere que le explique". Pero, de pronto, su sinceridad me sorprendió:
- Disculpe señorita, la verdad es que Ud. tiene un parecido con mi hijita.
"Chévere señor...", pensé. Lo había visto merodear cerca, pero...
Y sacó dos chocolates de su bolsillo:
- No se ofenda señorita, pero es para Ud. y su compañero. Ud. se parece mucho a mi hijita.
"¡Vaya! y dónde está su hijita", pensé, pero no quise meter la pata y sólo dije: "gracias", pero mi cara mostraba sorpresa y desconfianza.
- ¡Que Dios le bendiga! - me dijo cuando se iba.
Wow, aún me pegunto, si existe gente buena. Me doy cuenta que, al parecer, el mundo no está tan perdido. Aún existe gente buena.
P.D.: mi compañero no se sorprendió mucho cuando se lo conté y le di el chocolate, nos lo comimos y no pasó nada, es decir, no nos hizo mal. Y es que en mi desconfianza pensé que podría tener algo el chocolate. Wow. Aún existe gente buena.